Hojas sobre la Luna 7. Pop




Alemania es un país del cual resulta imposible soslayar su importancia para la historia universal. Es esta una tierra llena de historias cargadas de gloria, de sufrimiento, de amor, de misticismo, de valentía; es la tierra que protagonizó uno de los capítulos más cruentos de todos los tiempos. Es pues un pueblo entero, un pueblo que ha vivido todo, es un pueblo sabio por su antigüedad y experiencia, por tanto es él uno de los que más ha convivido con la naturaleza, por eso el amor que siente por ella, porque no pudo nunca domarla se convirtió en su amigo, en su compañero fiel. De ahí, quizá, la fijación que por ella tiene y que se ha encargado de transmitirla, más que cualquier otra nación, a través de su arte.

Este amor por la naturaleza, no es sólo contemplación sino solidaridad, es identificación y es culto, por eso la poesía alemana tradicionalmente se ha ocupado de exaltarla de forma activa, no descriptiva, ya que la madre naturaleza es la que provee, la que da vida y la que limita. No es el suelo o el cielo, no es la tierra o la lluvia, es cada una de las condiciones que nos hacen ser y que nos afectan, es la fragilidad frente a la que no podemos sino afirmarnos como sus hijos, es Dios.

Así pues las nuevas tecnologías, o el avasallamiento de la posmodernidad, no han logrado someterla, por el contrario han sabido mezclarse para ella, para rendirse en tributo. Justo el caso (o cuando menos en él)de la música. La música es siempre el alma de las artes, esa que se desnuda de su artificio superficial para mostrar su esqueleto, para mostrar la sangre que la mantiene viva, para mostrar cada uno de los pasos que la conduce (los instrumentos y los ejecutantes), sin embargo no es su principal mérito, el relucir sus entrañas, sino dejar caminar el espíritu, dejar que sea el quien conduzca su marcha, ese que no se ve sino que se siente con el prisma interior, que es el corazón y los sentidos, del receptor, el que hace multicolores aún con un único elemento, he ahí el sentido del minimalismo.

Con estos antecedentes, no es de extrañarse que un género como el ambient sea tan prolifero en dicho pueblo, pero la música ambient que está hecha para crear una realidad ideal, una perfección que el mundo no tiene por no representarse en esencia etérea, sino en cuerpo. Es pues el ambient el equivalente real de la poesía de lo natural que desde siempre se ha tramado en esa parte de Europa. El proyecto que tal vez mejor represente esta mistificación de la naturaleza, es Gas, y su álbum Pop el resumen de su concepto todo.

Pop es un disco extraño, aún para quienes están acostumbrados a la música ambient, pues a veces echa mano de reverberaciones y beats propios del techno, género aborrecido por los amantes de la música "seria", si bien la importancia de estos elementos radica en la creación de atmósferas requeridas para lograr el contraste del que hace unos momentos hablaba, y no como leit motif de la música.

El trabajo, consta de siete cortes instrumentales sin título, como debería de ser en la música en general, agrupados a manera de trabajo conceptual, pues la sucesión de los mismos no es gratuita, todo esta planeado como si de una trampa se tratase, esto queda de manifiesto una vez que nos sumergimos en el primer track y la saturación de apacibles samplers que ofrece, los cuales fueron indudablemente extraídos del bosque; sonidos que canónicamente tenemos como naturales (rumores del agua, el susurro del viento entre las hojas), no son sino una macabra bienvenida para la treta que bien ha sido bordada, pues esta paleta de ruidos, al ser plenamente identificables, logran recostarnos en el éxtasis, ese que deja indefenso a quien atreva a entrar en él, pues no puede haber resistencia cuando el alma ha encontrado su morada. Hay seguridad y confianza, es este el paraíso. Así transcurren los tres primeros cortes, entre murmullos y brisas de paz, aunque sin dejar de lado los drones que equilibran la armonía, creando un tiempo infinito en su serena eternidad, ahí se pierde lo tangible pues el espacio es el tiempo, y este es inmanente porque en él se puede ser y ser, en el átomo del universo, lo perpetuo de lo inamovible.

   En el cuarto track aparecen los extraños beats que provocan casi una danza, el paisajismo ya edificado continua pero ahora en el fondo, como adorno para los golpes que parecen azotar el pecho poco a poco. En los números siguientes vuelve la calma casi soporífera (en el mejor sentido), sólo que es como si hubiésemos despertado del sueño dentro del sueño, un sueño lúcido pues estamos conscientes ahora de lo vívido de este espacio; todo para que la séptima pieza arremeta con todo intentando sacarnos del sueño, volvernos a la realidad con nuevos y más incisivos golpes que ponen los nervios de punta durante casi 11 minutos. Y al final no hemos regresado a la vida normal, el autor (GAS) se cansa de intentar traernos de vuelta al mundo y deja proseguir el nuevo universo, pues el corte sin finalizar olvida ya la rítmica de sus latidos y se limita a mostrarnos más del nuevo hogar. Eso es Pop, un mundo, en el que una vez habiéndolo visitado no es posible acostumbrarnos a lo viejo de nueva cuenta. Es el paradigma a partir del cual mido ahora la música que me acompaña.

   Es pues este álbum, la cumbre de la música de la naturaleza, esa que tocamos con la pasión de la vida, para la que los instrumentos son el andar y la experiencia, la que sale de un inefable interior, porque somos hijos de la misma madre, porque somos ella misma.

  Decía el filósofo alemán Ludwig Wittgenstein que "si no eres capaz de decir algo tan profundo como el silencio es mejor entonces callar", en este sentido cobra importancia la música y su papel dentro del mundo, ya que si existe es para crear otros mundos, puesto que el nuestro, en el que el rey es la nada, (de ahí que todo quepa, incluso nuevos mundos), es necesario crear otros con un nuevo orden, por eso el silencio, elemento que en este disco no aparece en ningún momento, o más bien esta dibujado con el sonido de la pureza añorada de los primeros años de la vida del planeta, la diferencia es que si en el mundo material en el que respiramos se llega a todo construyéndolo a partir de la quietud, en el mundo de Pop todos se construye al revés, partiendo de la música al silencio, por eso es un álbum luminoso, a pesar de su ominosa complejidad, porque enseña que si bien el silencio fue mancillado en aras de un supuesto progreso humano, es posible aún tener la utopía de revertir las cosas con la misma tecnología, crear un mundo no de silencio sino de música.

  Por otro lado decía el músico, también alemán, Johann Sebastian Bach que es la música lo más nos acerca el silencio, frase que bien podría interpretarse a la par de las palabras del filósofo ya mencionado, puesto que el hecho de que sea la música la que nos acerque al silencio (entendamos silencio como la base sobre todo lo que se construye, de ahí que exista el espacio para hacerlo), nos dice que sólo ella es capaz de crear universos, y si la música es (tomando en cuenta esa definición tan difundida en los primeros años de nuestra educación, o al menos de la mía) la correcta armonización entre sonidos y silencios, mediante procesos ritmicos, entonces en este caso Pop, es no ya un mundo nuevo (lo que equivaldría a crear uno más dentro de un conjunto, de una serie de elementos similares) sino otro mundo uno que, como dije líneas arriba, parte no del silencio para construir sino del sonido envolvente y constante, implacable, puesto que gracias a los drones (líneas musicales sostenidas indefinidamente, que pueden ser prolongadas interminablemente) el silencio no se hace presente, por eso decía que lo que se propone es la creación de un nuevo cosmos en el que la armonía no esté ya en en el silencio sino en la belleza de la que es capaz el hombre, es pues creer que el siguiente paso en la evolución del ser humano no es una sujeción del cuerpo, sino una libertad de espíritu. He aquí otra naturaleza, una espiritual, donde nada se toca y todo se oye y se entiende, tanto que es posible su traducción a la música, esa infinita oración que todos entendemos, que todos usamos, y que a todos nos da de beber.

  Si Wittgenstein tenía razón, entonces la existencia de Pop está más que justificada.

Porque si el arte es la imitación de la naturaleza, es la búsqueda de ella en la propia existencia, no el retrato de lo que nos admira por su lejanía. Porque nada natural nos es ajeno.



¿Mi legado?

la lluvia de Junio


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