Cartas para Alejandra: Exégesis de un adiós

Ayer a la una de la mañana nos despedimos. Te dije que quería empezar el año sin que tu dominaras mis pensamientos. Te saludé a las 12:17 am, y de inmediato me contaste que tu perrito Coffee estaba muy mal, no lo dijiste, sólo me diste a entender que había poco que hacer. Me sentí avergonzado de comenzar a hablarte de mi necesidad de tenerte lejos, porque no quería sonar vanidoso y porque lo último que necesitabas era que alguien te dijera lo que sentía por ti.

Ya estaba determinado a sacarte de mis contactos, pero había una esperanza pequeña de que me pidieras que no me fuera, porque este era nuestro año. Me diste a entender que quizá podría darse algo en un futuro, algo lindo que fuera "una amistad, o algo más, o algo menos" básicamente me ofreciste lo que ya teníamos, con las agravantes de que usaste la palabra "amistad" (creí que había quedado muy claro que si jugaba contigo a ser tu enemigo es porque definitivamente no te quería como amiga) y que me pedías, veladamente, que esperara (¿hay algo más agónico que eso? incluso un supliciado tiene el regalo de la certeza).

Sacaste el tema de tu ex, me comentabas que tu alma y corazón le seguían consagrados, aunque tu cerebro te pedía que cambiaras de aires. Me quebré, no porque no puedas quererme, sino porque quisieras y no puedes -qué más imposible que lo imposible- y más aún porque no puedes ofrecerme un pedacito de ti. El cerebro no hila de persona a persona, como el corazón y el alma.

Justifiqué mi despedida con que nuestras charlas por facebook apenas nos daban tiempo para realmente conocernos, que muchas veces quise verte y te negaste, que me tratabas como tu fan más que como una persona digna de respeto, que parecías no ver que ya me estaba enamorando de ti. Todo eso lo resumí, de tal modo que no lo sintieras un reclamo -al cabo no estás obligada a corresponderme-, en un simple "es que caí en un camino que no me lleva a nada".

Quizá como consuelo agradeciste las cosas "lindas" que hice por ti (esa palabra que desdeña el motor que mueve a las acciones [el valor de la persona que las hace] para loar el tributo, el objeto mismo), cosas que según tu ni siquiera en Tonatiuh las habías encontrado. Sufrí entonces porque el amor es un asunto de suerte, no de magia -y mis palabras no eran un conjuro- como siempre lo había creído, como te hice saber en la carta que te mandé el último día del año pasado. Reimaginé las pocas escenas que tenemos juntos, las veces que me tomaste de la mano o te prendías de mi brazo, y le quité los colores para quedarme únicamente con la forma: una mujer que necesitaba una mano o un brazo, no un apoyo, no a mi; una mujer que sólo sabía desear, que no buscaba querer. No digo que fueras una mala persona conmigo, simplemente no provoqué en ti tus mejores virtudes. Yo me equivoqué, alimenté al corazón equivocado.

Cuando notaste que me iría sin importar tus palabras preguntaste por un correo, o algún medio para que no perdiéramos contacto del todo, y sólo pude responder que de hacerlo te daría más poder sobre mi, negaste quererlo, sólo querrías saber mi estado, eso dijiste. No esperé, sin embargo, a que insistieras (eso no pasaría jamás) y prometí que en unos años, justo en el aniversario de cuando te conocí (el 16/06/16 a las 6:?? por cierto) te mandaría un link para que pudieras ver todo lo que he escrito para ti, entre otras cosas que no tienen que ver contigo. Verías este mi blog, en el que empecé a publicar hace siete años anónimamente, y que ahora te ofrezco, no como un regalo, como un agradecimiento.


Finalmente cuando nos cansamos de compartir nuestras razones comentaste a modo de despedida que estabas segura que algún día volveríamos a sonreír juntos. Me fui antes de que pudieras lanzarme otra cosa ¿Qué decía?.



Este texto y otros que estarán marcados con las etiquetas "Ale", "Edith", "Ella", pertenecen a una serie de cartas y pensamientos inspirados (nunca mejor dicho) por la mujer más importante que he conocido en mucho tiempo. La idea es ir publicándolos de a poco con el objetivo de que un día ella los pueda leer (prometí enviarle el link en un par de años [quizá antes]). Lo publico con la esperanza de mostrar el proceso interno de mis emociones, el mismo que no puedo mostrar abiertamente sin exhibir algo de debilidad, por eso escribo en secreto. 


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