Días de Paso: Once de Julio



A Nancy

Amanecí triste el día que te invite a tomar un café cerca de mi casa, pero amanecí con la calidez extraña de un gran julio que ya estaba tardando en ser soleado. Toda esa mañana tuve de fondo una canción que habla de la pena negra, cortesía de mi roomie, no quise desayunar pero robé un pan para quitarle al menos el hambre a mi angustia. Recuerdo prender la televisión pero no lo que vi, o si es que realmente lo hice; me revolví hasta la tarde en las sábanas, como si tuviera que ocultar mi malestar a algún espía más solo que yo. Llegó la una y yo seguía despeinado; te escribí para preguntarte si podrías darme un espacio al anochecer, "porque confío en ti y se que eres buena consejera"; me gusta imaginar que sonreíste al responderme afirmativamente. 

Llevábamos ya un par de meses escribiéndonos por whatsapp cada cierto tiempo, por ejemplo cada semana (generalmente los miércoles), sin nada realmente importante que decir pero con toda la alegría de mi parte. Recuerdo haber llegado con demora esos días a algunas citas, al trabajo e incluso al cine por tratar de escribirte algún chiste que te hiciera gracia, si es que lo logré no me queda duda de que esos retrasos fueron las mejores decisiones de mi vida.

Dieron las lluviosas seis de ese once de julio cuando me mandaste un mensaje que decía que quizá no llegarías a la cita porque el carro de tu amiga no avanzaba y era horrible el tráfico. Quince minutos después confirmaste que si te vería. Cuando llegaste platicamos de cosas que hubiera preferido que no pasaran (las cosas no las palabras) y no por tristeza, sino por el tiempo perdido en recobrarse de lo que bien fue un llanto, así comprendí que lo malo no son las lágrimas sino las ojeras postreras ¿por qué no te conocí antes?

Lo que pretendí que fuera una charla motivacional terminó por ser un festejo de las ridiculeces de la vida y las anécdotas de todos los días, una foto de nuestra merienda queda en tu instagram. Regresé a mi casa motivado pero con el temor de una recaída en los abismos de la nostalgia pero no, llegué sonriendo, esperando primero que volviera la hermana duda o la madre tristeza... sólo llegó tu mensaje donde confirmabas que estabas bien en tu casa y me eché a dormir. Hoy sólo me molesta que llegaras a mi vida tan tarde aún si ese julio lo hiciste a la hora pactada, el retraso no fue en tiempo, fue en paz. De Alejandra, la mujer de quien huí a través de mi voz para que filtraras mi dolor por el ego herido apenas quedó la ira pero no el abismo, me hiciste tuyo y aún después de ti apenas me reconocería sin un pasado brevemente caminado a tu lado.

No escribo para que te acuerdes del día, ni para decirte que te quiero y que repaso por el corazón los momentos en que te volviste materia de tesoro en mi vida. Lo hago por vanidad, por la absurda necesidad de buscar un instante en el que haya señales de un hoy o quizá un mañana contigo; por la idéntica curiosidad de quien busca que un gitano le diga, por su mano, si habrá posibilidades de luego ser un santo. Quiero que me digas algo del café de esas horas, sobre la canela de las crepas o la sonrisa del camarero, algo que se pueda leer en términos de magia, como el orden que exige la brujería para ser efectiva.

Hace dos años de aquella tormenta y desde entonces te he hablado de los grandes días que he pasado contigo, de las horas que por ti se aquilataron en épocas, de todas las veces que me he resistido a separarme de ti al acabarse el día; de algún desayuno que tuvimos un Domingo, de celos míos, de un beso o de mis deseos pero nunca de que nuestros encuentros son para mi una búsqueda de signos del mundo. Busco una paleta de colores que hablen del futuro, no para ver si nos quedamos sino para saber si coincidimos, si no ahora sí luego, o al menos si en el pasado no fue un error que nos encontráramos. Es cierto hace meses que ya no hablamos, pero me ayudaste a llegar sin más heridas a este verano, fuiste un abrazo a mi idea de la vida y eso me es suficiente.

por cierto, gracias por llegar vestida de rosa


Comentarios

Entradas populares