Viento de Otoño 2. Los Niños del Domingo

Muy emotivos son los flashbacks en los que el escritor salta muchos años después de lo que se narra para hablar de sus años de madurez, en los que sostiene una relación de reencuentro con su padre; el motivo principal de recurrir a esto es por la simple razón de dar cuenta de lo cambiante de las situaciones a través de las encrucijadas en que nos coloca el tiempo, de las que sólo nos es lícito elegir un camino. Estas narraciones paralelas son tal vez las más cruentas, debido a que si bien en la infancia los cambios no paran de sorprender por su violencia, en la vejez impactan por su fuerza avasalladora, como de un remolino o de cualquier cosa que represente un inminente fin, como la vida, la cual se desarrolla de la manera más incomprensible para, inevitablemente, llegar a su tal vez no contraparte pero si a su extensión que para los humanos es, de cualquier modo, la finalización de todo proyecto ajeno a Dios. Lo que no hace sino demostrar que la vida es un círculo que empieza con la niñez y termina con la vejez, con las mismas dudas y el mismo sentimiento de pesadez ante los obstáculos, así la vida y la muerte, así todo lo contrario que finalmente es lo mismo, que lo único que hace es darle más vacío a la existencia, al no encontrar nunca nada nuevo, ante la sensación de inmediatez, ante todos los vacíos absolutos, en los que, paradójicamente, encontramos tanto espacio, que nos damos cuenta que está lleno y de nueva cuenta se abre un circulo nuevo, y así hasta el infinito.
De todo eso se da cuenta Pu, y por lo tanto confirma la frase que dice que los niños nacidos en domingo tienen un don especial, el de percibir cosas que nadie más, algo así como un duendecillo, según palabras del propio Bergman. Esta virtud consigue que se posea la sensibilidad para notar la intención de las miradas, la fuerza detrás de las palabras, y sobre todo lo valioso de ver el día detrás del parabrisas que es la infancia más pura.
Como analogía puedo decir que, para quienes lo hayan leído, Batallas en el Desierto, de José Emilio Pacheco, es un texto cuya comparación no resulta tan descabellada si tomamos en cuenta que ambas historias ofrecen una visión ambivalente del mundo, siempre desde una esquina en la que todo parece ocurrir de adentro hacia afuera, como si el mundo realmente fuera sólo lo que imaginamos, aunque no por eso exento de heridas insanables que otorgan no únicamente dolor, sino también nostalgia y experiencia, pero una experiencia que muestra que entre más pérdidas haya en la vida, más vida es, algo que no se puede entender a menos que haya sido vivido.
Nota: La imagen que aparece en la parte superior de este post no corresponde precisamente a la portada del libro, más bien es la cubierta de la película del mismo nombre, dirigida por Daniel Bergman, hijo de Ingmar. Decidí publicarla de esta forma porque son muy parecidas y es la imagen más grande que encontré en la red
http://edgarsopium.blogspot.com/
ResponderEliminarfotografía inspirada en el shoegaze y metal moderno
no lo sabia, ayer me lo explicaron, la magia de los nacid@s en domingo:)) parece que hay un hada o duende que los acompaña?,
ResponderEliminarAlgo así, un don especial que si bien es poderoso es mucho más hermoso.
ResponderEliminarSaludos
bueno pues nací un domingo por la tarde,
ResponderEliminarsaludos
¡Qué bien!, seguro tú también posees ese maravilloso don.
ResponderEliminarGracias por comentar en mi blog
gracias a ti por comentar, encuentros virtuales, que te dan instantes de felicidad:))
ResponderEliminariré viniendo,
No te conozco pero ya me caíste bien. Qué bien que compartas tu día de nacimiento con nosotros, es algo importante que debería hacerse más a menudo.
ResponderEliminarSaludos