Watch The River Flow II*




Hace un año decidí crear mi propio blog, esto simplemente porque me dí cuenta que, a mis entonces 18 años, jamás me había atrevido a publicar algo escrito con mis propias ideas, pues siempre que lo hacía era para trabajos escolares. Lo que me dió ánimo para comenzar con esto es que, ante la cada vez más escasa recurrencia a los medios impresos y el compromiso de los medios radiofónicos y televisivos a la información más barata, e incluso más allá del posmodernismo al que nos han orillado las redes sociales, un blog nos permite contribuir con algo al ciberespacio, para que, quién quiera, pueda alimentarse (y retroalimentarse, por qué no)de él y no contribuya a la sinrazón de la pérdida de la razón


En un principio esperaba que el blog fuera más variado a lo que finalmente se convirtió, pues planeaba hacer pequeños ensayos sobre la ciudad y sus habitantes, y claro las eventuales consecuencias de pertenecer a una urbe tan vasta. Como toda persona que vive y observa he intentado dar mi opinión sobre diferentes hechos mundanos o incluso sobre manifestaciones artísticas (jajajajajaja), de hecho las primeras entradas estaban basadas en mis preocupaciones en torno a distintas cosas que se presentan y que, a simple vista, parecerían tan normales como cualquier cosa cotidiana. Es pues un diario que se ve y se imagina, no para dar una respuesta sino para hacer una memoria, no para determinada utilidad material, sino para contribuir en la historia, para formar un enorme rompecabezas, del cual sólo es posible encontrar las piezas en la cabeza de uno y de todos, para conocer y compartir, para darle un sentido a todo vacío, para que ya no sea vacío sino un espacio, uno donde siempre haya lugar para soñar, para pensar y construir, algo que a mi me hace mucha falta.


No soy poeta ni intentaré serlo, (he fracasado miles de veces) pero si quiero ser un observador que comparta, que disfrute y que admire, soy un árbol o soy una piedra, porque permanezco inmóvil con el cuerpo pero con el corazón repleto de alegría. Jamás pretenderé ser revolucionario, ya que esto sólo se logra luego de alcanzar cierto entendimiento especial, pues el alma no ve al mundo a través de unos ojos, sino que es este quien se asoma al interior,(¿por qué pensar que es al revés?) pues eso permite que sea apreciado de forma diferente de persona a persona, y es que las cosas se perciben según lo ordene el mundo de las ideas, porque es lo introspectivo del ser quién colorea la vida. Miro a las estrellas al igual que todos, sólo que a mi no me avergüenza que sepan que soy ocioso y ególatra, de aquellos que piensan que siempre hay algo nuevo en el cielo, sólo porque lo cree.


Principalmente me he dedicado a escribir reseñas, que si bien, como toda reseña, tiene implicita una carga critica, también miro hacia el otro lado, al más subjetivo de todos, al lado de las pasiones, ya que en la actualidad se percibe todo de forma muy dura, como si no hubiera algo mágico en las cosas, como si la apariencia lo fuera todo, como si la esencia estuviese determinada sólo por lo perceptible. Tal vez de ahí venga la concepción hipermoderna de que las cosas tienen derecho a existir solo si tiene una utilidad práctica, y lo mismo es en las ciencias que en las artes. Es por eso que creo que toda obra, si bien está sujeta a una valoración exhaustiva por medio de parámetros que no son regídos por lo meramente vísceral, no debe ser desvirtuada de aquello que es su razón de ser, o sea la aspiración a convertirse en una pieza significativa del universo, en un documento de la humanidad.


Este es un País donde el agua es música, donde la tierra es la imaginación que cultiva y hace florecer, porque (ya) hay habitantes, porque sigue, porque falla, porque cae y se levanta, porque vive, porque sueña, porque se construye, porque es polvo, porque es mundo y porque es un mar. Porque en toda estación los humores cambian y en cada una hay un país que quiere ser nación.


Yo nací en la penúltima estación del año y no me canso de decirlo, tengo fortuna porque es justo ese el periodo en que se funde la sabiduría acumulada del tiempo con la vitalidad de la infancia, la experiencia con la capacidad de asombro; pero sobre todo, donde las tardes doradas culminan con los anocheceres casi púrpuras.



Es por todo lo anterior que, en su mayoría, este sitio gira en torno al otoño, pero no como estación que cambia el clima, sino que cambia la vida.



Gracias y espero que el espacio siga aún cuando yo muera.




Pd. Si en alguna ocasión dejo de escribir durante dos años seguidos es que ya morí, y si lo hago y no he muerto seguramente es por que decidí no escribir más o hacerlo en otro espacio y entonces avisaré.


Nota: Esta entrada debió aparecer a finales de enero para celebrar mi primer año de blogger, pero por compromisos escolares y fallas del sistema no pudo aparecer sino hasta ahora, espero no retrasarme ya tanto tiempo.

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