Hojas sobre la Luna 11. Sea Change






Hacer un disco de rompimientos es ya un tópico dentro de la música, algunos de ellos con consecuencias lamentables y otros tantos auténticos clásicos de todos los tiempos, creo que no es necesario dar ejemplos pues seguramente todos tienen en la cabeza al menos uno. Beck hizo lo propio con Sea Change, su disco más personal, más sentido y definitivamente el más triste, además de que, para la que esto escribe, se trata de su obra maestra superando incluso, aunque por muy poquito, al noventero, y exquisito, Odelay!; y como el californiano no podía quedarle mal a sus maestros, aquellos que desde el inicio de su carrera saltaron a relucir como sus influencias, y que además le antecedieron en facturar discos del mismo tipo, Beck no cedió un sólo ápice de su sentimiento y emoción y decidió plasmar su vivencia en unas canciones que, a pesar de lo que pudiera pensarse con mi prólogo, construye espacios tenues gracias a la composición de colores emocionales que con la música imprime, la cual en plena sintonía con la portada, pinta un rosa claro nada molesto e incluso ensoñador, como de un amor que abriga, tonalidad perfecta para cobijar a un niño que en brazos descansa; azul por la tristeza de lo que tenemos lejos de lo que nunca será nuestro a pesar de que su naturaleza nos permita abrigarnos con él; y la neblina como el momento en que se funden ambos tintes, porque es la duda del instante en que las cosas cambiaron y pasaron a ser otras muy distintas, emociones encontradas que frustran y crean un clima de perturbadora belleza. Mención aparte la fotografía del rostro del artista, que aparece casi sin retoques y con una mirada de anonadamiento perfectamente expresiva.


   Sea Change es un álbum en el que se transparenta la música para dejar el esqueleto al desnudo, aterido de frío pero con fuerza suficiente para ser sostén de toda una vida que debe y quiere continuar. Aquí Beck saca brillo a los instrumentos acústicos que en su anterior Midnight Vultures fueron guardados en el baúl, se olvida por un momento de los recursos que tan efectivos le fueron en el pasado para ahora inclinarse por una especie de Folk de lamentos casi orquestales, pues la tristeza no sólo es la de su voz, los instrumentos cobran vida y lloran con él, instrumentos casi primitivos que parecen hechos exclusivamente para hacer un réquiem, por eso el eco gigantesco que emanan, uno tan grande que pareciera haber sido amplificado por las esquinas en las que permanecen, aislados y vulnerables. El disco es un repaso de momentos y situaciones, un viaje en el cual el guía es el anfitrión donde nos hospedamos, pues el recorrido es en el interior del cantautor, de ahí que se corra un gran riesgo de caer también infectados de nostalgia; es el canto de quién se ha quedado mudo ante el azoro de la cárcel del lenguaje, pues no ha encontrado aún palabras que le devuelvan la añorada paz, por eso llora, expresa con gestos musicales lo que no podrían frases y notas extraer de su pena. Aquí, por lo personal del discurso, puede entenderse como muy pocas veces en la historia no la música de un hombre, sino la música en un hombre, la que se desprende con las vibraciones de la caja musical a la que las emociones dan cuerda, la que se activa a cada segundo para darnos el espacio de resonancia que dibuja de forma particular el mundo en cada uno.

   Una obra maestra de la década pasada, un disco que muestra que todo artista, al contrario de cualquier empleo, debe dejar su vida en cada una de sus piezas, ese es su trabajo trasladar sus impresiones del mundo a otro lenguaje que al ser entendido, y luego procesado por el espectador regrese a su forma más pura, al de la experiencia propia del autor, de los autores, pues cada uno es creador en tanto que el arte vale por el interior, por lo que de él se hace, aún sin intervención plástica de por medio, que, aún hoy, todo material no es sino el celofán de la auténtica pieza.


Anda hombre dibuja tu rostro en el aire,
                       toma una guitarra y sigue con las manos
las lineas que en tu piel han dibujado
     los años, mira que las piedras guardan
                        incluso agua de beber
               




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