Hojas Sobre la Luna 12. On Fire




Hay quienes piensan que la música en los años 80´s del siglo XX fue la peor que se ha facturado en toda la historia, y no seré yo quien los contradiga, pues me encuentro en absoluta concordancia con esa opinión. Aunque también soy de las que piensa que sin embargo no todo estuvo perdido en aquel decenio, pues como siempre la música underground o independiente, dio la cara cuando menos en favor del rock, así pues bandas como Sonic Youth, Pixies, The Smiths, la escena de hardcore californiana, el revival de la psicodelia de por entonces y varios de los proyectos de la legendaria 4AD, hicieron de esos años, algo llevadero, cuando menos para aquellos que siempre buscan en las calles no galmourosas de la escena. Galaxie 500 es en efecto una banda surgida por esos años de martirizante estaticidad artística, aunque ya a finales cuando las cosas comenzaban a ponerse más interesantes, tiempo del cual pareciera haberse olvidado que muchos géneros fueron inventados o bien perfeccionados, ahí está el mismísimo y siempre bien ponderado grunge, el post rock, el math rock y la semilla de todos ellos: el shoegazing, estilo al que Galaxie 500 le debiera mucho, sino todo, aunque terminaría por pagarlo con toda la dignidad debida al llevar a otras alturas al estilo, además de poner la piedra de un ramificación de segunda generación, el llamado slowcore, cuya característica principal es la lentitud extrema llevada a limites casi funerarios en su estética musical.
   
   On Fire, es sin lugar a dudas un trabajo fundamental para el desarrollo de la música noventera, pues reúne muchas de las características que serían una constante en los años por venir, y que por estas fechas se han tomado en cuenta de nuevo en una especie de revival, como la voz absolutamente angustiada y angustiante por su tonalidad que se mueve entre el ritmo propio de lo grave y la melodía ensoñadora de una un tanto más aguda, que tanto eco hizo, aunque de distinto modo en diversas agrupaciones que van desde Nirvana hasta Radiohead. A esto se suman las guitarras distorsionadas a tope aunque sin llegar al noise guitarrero característico de proyectos como My Bloody Valentine, pues siempre se mantiene una discreción sónica en favor de lo íntimo y lo atmosférico por el lado armónico y delicado; por su parte el bajo y la batería mantienen un pulso admirable dándole contrapeso y equilibrio al instrumento de las seis cuerdas, gracias a compases pausados que crean un universo agónico y melancólico que colorea a la depresión de un tono anaranjado ebrio, nublado, como el de la portada, como el de un atardecer solitario, como el de la hora del adiós. Ritmo de suspiros

   Para reafirmar y finalizar, aunque tomando en cuenta no tanto el lado técnico como si el estilo en general, o mejor dicho el sentimiento, recalco que Galaxie 500 es una de las bandas que fueron base para el sonido de tristeza abismal que predominó durante casi toda la década de los 90´s, esa música de tintes espaciales, de lamentos vocales que pueden llegar a ser ambientales de tan lánguidos y golpeantes en el eco agónico de su expansión, en el sentimiento de lo insalvable, en el colorido evanescente de las ciudades que acentúan la pequeñez del hombre. Este proyecto, ahora ya legendario, se apagó muy pronto, aunque con el tiempo suficiente para poder demostrar su poderío y reivindicarse como uno de los más bellos de la era shoegazing. Música para los días de confusión, canciones que son como aspirinas cuyo efecto en mucho se asemeja a la respiración entrecortada, producto de horas de permanecer en la soledad y el silencio.


Todo pintor debe inspirarse en la música para saber el color que le corresponde a cada emoción. 


Sólo es  ciego aquel que no reconoce su vida en el paisaje de la música.

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